Explotando la COVID-19 para atacar a niñas y niños migrantes y solicitantes de asilo
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Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Ms. Magazine.
En Estados Unidos, y en todo el mundo, las escuelas están cerradas y las niñas y niños están en casa con sus familias y cuidadores por una simple razón: para protegerles de la COVID-19.
Proteger la salud y la seguridad de una niña o niño es fundamental. De hecho, la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas—un tratado global sobre los derechos de la niñez firmado hace 30 años—ha sido ratificada por cada una de las naciones parte de las Naciones Unidas, excepto por Estados Unidos.
La alarmante verdad es que, para demasiadas niñas y niños sus derechos básicos a la salud, la seguridad y el bienestar frecuentemente quedan desprotegidos o están activamente amenazados. La amenaza sin precedente de la COVID-19 ha dejado a un grupo especial de niñas y niños particularmente vulnerable: las niñas y niños migrantes y solicitantes de asilo, especialmente aquellos en la frontera de Estados Unidos con México.
En vez de observar y redoblar los esfuerzos para proteger a la niñez migrante durante la COVID-19, la administración Trump está utilizando la pandemia para continuar su ataque contra las niñas y niños que buscan acceder a seguridad y protección en la frontera estadounidense.
Su arma seleccionada es una orden de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) relacionada con la pandemia que limita la entrada de personas por la frontera estadounidense. No lo dude, esta orden es un ataque en contra de niñas y niños. Los CDC se han negado a justificar públicamente esta orden y su enfoque en personas solicitantes de asilo.
Los funcionarios fronterizos estadounidenses están rechazando a familias, en muchos casos obligándolas a regresar a México en las primeras horas del día, donde no hay nadie—ni representantes del gobierno mexicano, ni familia, ni amigos—para recibirlas.
En otros casos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) apunta deliberadamente en contra de niñas y niños que ingresaron a Estados Unidos para buscar protección antes de la orden de los CDC. ICE saca a estas niñas y niños de los albergues gubernamentales a medianoche, les mueve entre cuartos de motel bajo la presencia de guardias armados, y les pone en vuelos de deportación—a menudo sin notificar a sus padres y familia.
Sabemos que las niñas y niños normalmente migran para escapar de daños o minimizar las amenazas a su bienestar. Sabemos también que muchas niñas y niños desplazados sufren daños y traumas adicionales durante la migración, ya que frecuentemente se ven obligados a utilizar rutas irregulares donde son víctimas de traficantes, actores criminales y funcionarios gubernamentales corruptos.
Como resultado, muchas niñas y niños migrantes, con antecedentes de cuidado médico deficiente y considerable trauma, están en riesgo aumentado de complicaciones de salud por la infección de la COVID-19.
Desafortunadamente, Estados Unidos no está solo en su traición a la niñez migrante y solicitante de asilo. Las mujeres y sus hijas e hijos enfrentan obstáculos para acceder a seguridad y protección en las fronteras de todo el mundo.
En Grecia, a pesar de las llamadas durante años para evacuar a niñas y niños dadas las inseguras condiciones, los miembros de la Unión Europea no han tomado acciones. Mientras algunos países de la Unión Europea, de manera individual, han comenzado recientemente a acoger a un número pequeño de niñas y niños, muchos señalan a la COVID como excusa para retrasar los procesos, incluso para la reunificación familiar.
Las acciones y políticas gubernamentales que socavan o amenazan la seguridad de la niñez migrante no se traducen en mayor seguridad para nadie. Al contrario, aumentan el riesgo de lesiones graves, trauma mental y muerte para las niñas y niños y sus cuidadores, además del riesgo de infección por la COVID-19 en comunidades vulnerables. Las niñas adolescentes están en riesgo particular de trata y violencia basada en género.
Además, estas políticas representan intentos de los gobiernos de normalizar las violaciones a derechos humanos, que a su vez deshumanizan a niñas y niños por ser el “otro”—ya sean migrantes, pobres o personas de color o los tres.
El potencial para el desarrollo seguro, saludable y sin obstáculos de niñas y niños depende en parte del reconocimiento de la sociedad de sus necesidades y vulnerabilidades únicas como niños. El potencial de desarrollo de cada niña y niño disminuye cuando ciertas categorías de niñez son tratadas como diferentes y menos merecedores de protección.
Aquí en Estados Unidos, nos corresponde a todos rechazar los ataques inhumanos contra niñas y niños vulnerables por parte de la administración Trump.
Como Proteger a la Niñez Migrante
El gobierno estadounidense debe garantizar que el trato que dé a niñas y niños proteja sus derechos, en particular su salud y seguridad básica.
Para proteger—en lugar de perseguir—a la niñez migrante, la administración Trump debe:
- Garantizar su derecho a solicitar asilo y protección internacional por medio de rescindir la orden de los CDC que autoriza la expulsión de niñas, niños y familias sin la oportunidad de solicitar asilo u otra protección.
- Respetar y proteger el derecho a la unidad familiar y evitar cualquier acción que resulte en la separación familiar. Cuando las niñas y niños hayan sido separados o lleguen solos, se debe priorizar la reunificación o la liberación a la familia, no la deportación.
- Abstenerse de tomar medidas para responder a la pandemia de la COVID-19 que discriminan, directa o indirectamente, a mujeres y niñas migrantes.
- Asegurar que el principio del interés superior de la niñez sea considerado en todas las decisiones y acciones relacionadas con niñas, niños y adolescentes, en particular cesar las deportaciones de niñez no acompañada, pues no responde al interés superior de la niñez.
La historia juzgará tanto a quienes traicionaron a las niñas y niños durante esta pandemia como a quienes no confrontaron los abusos desenfrenados a los derechos humanos.
¿De qué lado estará?